Sunday, September 22, 2013

A.

Recuerdo que odiabas tu primer nombre, tanto como yo odio el mío. La diferencia es que tú dejabas que todos te llamaran por él, como para pretender que ese era otro y no tú. Solo yo te llamaba por tu segundo nombre, creo que hasta ahora soy la única. Tu voz era lo único que me hacía sonreír en esos días. No tenía otros amigos más que ustedes. Solo ustedes. Especialmente tú, que nunca fallaste. Nunca fallaste, y yo te fallé a ti. Y luego empezaste a fallarle a todos los demás. Casi nunca sonreía, solo cuando estaba contigo. Tú me hiciste cambiar, creo que te debo todo eso a ti. Contigo aprendí a confiar más en mí misma y a decir lo que estoy pensando. Lo curioso es que nunca te dije lo que estaba pensando cuando debía. Porque al comienzo tenía miedo. Sabía que nunca te reirías de mí o de lo que sentía, pero igual lo sentía. Tú eras tú, tenías todo lo que a mí me faltaba. No sé qué viste en mí. Pero si hubiera sabido, las cosas habrían sido totalmente distintas. Tampoco entiendo cómo fue que algo tan fuerte pudo desvanecerse tan rápido como lo hizo, y creo que jamás lo entenderé. Tú me querías tanto. Yo también te quería, desde el primer día, y eso sí llegué a decírtelo. Cuando por fin decidí que era hora de olvidarme de ti, hablaste. Y no pude negarme. No sé si por capricho, o porque sabía que si me negaba te iba a lastimar. Y nunca fue mi intención hacerlo, te lo juro. Pero siempre termino haciéndolo. Creí que estando contigo todo lo que sentía antes regresaría y que iba a poder hacerte feliz. Pero, cuanto más maravilloso eras conmigo, más rápido se desvaneció lo que sentía por ti. Y me odié a mí misma por dejar que eso pasara. Y también me odié por no decírtelo apenas me di cuenta de que ya no había nada. Me odié por dejarte creer que sentía lo mismo todo ese tiempo. Pero luego no pude más y te lo dije, y me odiaste y te fuiste. Y no hablamos más en mucho tiempo. Pero yo había escuchado todo lo que habías hecho. Todos insistían en que era para llamar mi atención, y que ya habían tenido suficiente de tu actitud. Querían que haga algo al respecto. Habías lastimado a una de mis amigas más cercanas solo para ver cómo reaccionaba. Me di cuenta de que definitivamente no eras tú. Probablemente fui yo la que te volvió así, despreciable. Esa vez que estábamos todos en tu casa me sonreíste como antes. Pero seguías odiándome. Me besaste, pero seguías odiándome. Y me odié por arruinarte, porque ya no era capaz de saber qué esperabas de mí. Y te pedí disculpas, dijiste que ya no importaba, que ahora estabas mejor. Pero no has podido perdonarme. Me hablas tan dulcemente, pero algo no encaja por completo. Ya no puedo creerte. No quiero creerte, aunque siento que no es así. 

No comments:

Post a Comment